sábado, 4 de septiembre de 2010




Mi taza de té. Comer arroz. Bailar en el templo. Bañarme en el rio. En el rio más bonito que he visto nunca. Enseñar a nadar a mis amigas Nepalís durante el primer baño de su vida. Siempre con ropa, tejanos y camiseta (jamás una mujer con biquini, por Dios). Pelar patatas con cinco mujeres con vestidos de todos los colores. No hablamos el mismo idioma, pero tampoco importa. Servir arroz a los niños. Enormes platos que engullen sin decir palabra (es el unico momento del día en que hay silencio en la casa). Ponerles los uniformes a los pequeños. Esos complicados uniformes que se les enredan a cada paso que dan. sudar. mucho. El calor de mi vida. Trabajar en los arrozales. Todas las campesinas me enseñan, lo hago fatal. Cantar canciones Nepalís. El dueño de la casa toca el tambor y su mujer, la pandereta. Los niños cantan, como un coro francés (pero con ropa sucia y llena de agujeros). Llevar el complicado Sari. Hacer ofrendas a los dioses. Ir a comprar verduras, siempre de huerta, de colores brillantes. Atardeceres de color fucsia que siempre ocurren mientras juegas reñidos partidos de futbol con todos los niños del pueblo. Son de goma; se caen, se pegan, se tiran hasta rocas, y solo rien y rien. La bola está medio deshinchda, pero el partido no se para. Me lo tomo super en serio y les encanta. las niñas miran, se mueren de la risa cada vez que a bola me mancha la cara, las piernas, los pies. El barro está por todas partes. La lluvia convierte las calles en rios cada noche, y el campo en el que jugamos se convierte en un peligroso charco que hace que me caiga a cada paso que doy. Las vacas, cabras, gallinas, bichos, ranas, ratones que conviven conmigo, que se cuelan en mi cuarto. Esas profesoras de inglés, ahora intimas amigas. Esas señoras, todas quieren casarme. Me presentan a sus hijos, me invitan a sus casas. Las cartas de los niños. Los deberes mal echos. El arroz con leche de buey. El buey que cada mañana sacas a pastar. La fiesta de despedida a la que viene todo el pueblo. En el jardín, con grillos que suenan de fondo. El Sari que te regalan, llorando de emoción. Los niños que no me dejan ir . Se me cuelgan del brazo, pegajosos, llorosos. Abrazo gigante. y hasta muy pronto.
Vuelvo ya a casa. Queriéndome quedar, muchisimo tiempo más!

No hay comentarios:

Publicar un comentario